El Nuevo Modelo Educativo del Hogar de San José“La Traumaterapia y el Trabajo en Sala de Valientes”

La Fundación Hogar de San José asume como propio el Paradigma de Buenos Tratos, propuesto por Jorge Barudy y Maryorie Dantagnan, y desde ahí hablamos de buenos tratos a la infancia reconociendo que estos no son solo la ausencia de malos tratos sino la necesidad de que les sintamos y pensemos, que
podamos sostener lo que les pasa, contenerlos y hacerles sentir: “veo lo que te pasa, te siento, pero yo
estoy aquí contigo, no te dejaré solo con esto”. Uno de los objetivos de la intervención en nuestros centros de acogimiento residencial es realizar una labor educativa y terapéutica para sanar, en la medida de lo posible, el daño que el niño trae en su desarrollo, derivado de las experiencias de desprotección vividas. Para cumplir este objetivo contamos con un departamento de psicología en la propia Fundación que guía, acompaña y apoya la labor de los educadores, con función de coterapeutas, y desde donde se realiza un trabajo directo con los niños siguiendo el modelo de Traumaterapia Infanto Juvenil Sistémica.
Está científicamente demostrado que los diferentes tipos de malos tratos que afectan a los niños en edades tempranas provocan alteraciones sobre la actividad y el desarrollo de las estructuras cerebrales, hasta el punto de determinar las capacidades cognitivas y la estructura de personalidad, así como los comportamientos afectivos y/o conductas de apego. Y estudios de investigación sobre el cerebro permiten hoy en día distinguir dos tipos de memorias, la memoria implícita y la memoria explícita. La memoria implícita está disponible desde el nacimiento, es una memoria de percepciones, emociones y sensaciones corporales, que se nos activa y recuperamos sin tener la sensación de “recordar” pues las partes del cerebro implicadas en esta memoria no requieren del procesamiento consciente. La memoria explícita por su parte aparece más tarde, a partir de los 2 años aproximadamente con el desarrollo del lenguaje y la capacidad de narrar lo que nos sucede y como nos afecta. Cuando accedemos a esta memoria si tenemos la sensación de estar recordando y de estar dando un sentido a nuestra experiencia. Los niños que han vivido experiencias de malos tratos (traumáticas) en su primera infancia no tienen un recuerdo explícito de lo ocurrido, pero tienen reacciones corporales, emocionales y/o conductuales, ante diferentes situaciones, personas o lugares que son patrones de respuesta condicionados no conscientes.
Estas respuestas surgen como resultado de la falta de integración de los distintos componentes de la
experiencia, dando lugar a la denominada “memoria traumática”, que se caracteriza por su
almacenamiento fragmentado, de una gran intensidad emocional, con carácter intrusivo y persistente. En
la memoria traumática no se recuerda, sino que se reexperimenta. la memoria implícita en la que no
existe recuerdo, en el sentido de una representación, pero si una memoria de las percepciones, emociones y vivencias internas, esta es la memoria más importante en las etapas primarias del desarrollo, porque el cerebro no está aún listo para operar con una memoria explícita, ni para verbalizar las experiencias y la memoria explícita que corresponde a las representaciones de lo que se vive internamente o de la realidad externa. Esto se traduce por la existencia de recuerdos. Los niños que han vivido diferentes tipos de malos tratos en su primera infancia no poseen un recuerdo o memoria explicita de lo que les sucedió, para la mayoría sus experiencias se inscriben en formas de memorias implícitas, que corresponden mayoritariamente a sensaciones dolorosas de privación, estrés y dolor físico. Estos recuerdos no se pueden verbalizar porque el cerebro en esas etapas de su desarrollo no puede
simbolizar lo que le sucede, por lo que la experiencia se manifiesta por comportamientos o manifestaciones conductuales específicas. La existencia de estos dos tipos de memoria es lo que explica que determinados comportamientos de los niños puedan parecer muy extraños porque su contenido e intensidad no está en relación con un hecho real, sino con la memoria traumática “almacenada” y se manifiesta a través de la conducta. Otras veces presentan conductas de aislamiento o de desconexión de su entorno, relacionado con vivencias del pasado y estas conductas son una respuesta ante determinadas situaciones, que les hace conectar con esas experiencias negativas o traumáticas. El trabajo terapéutico se basa en transformar memoria implícita en explícita, aportando conocimiento a lo vivido (memoria semántica) y creando una nueva narrativa que de un significado distinto a lo vivido (memoria autobiográfica). Esto permitirá al niño reemplazar la reexperimentación por el recuerdo y, por otro lado, que sea capaz de diferenciar entre el acontecimiento traumático y otros sucesos semejantes. El trabajo terapéutico se desarrolla en lo que llamamos. Sala de Valientes, un espacio físico diseñado para ofrecer un lugar seguro, desde el que construir un vínculo que facilite a los niños, poco a poco y según sus posibilidades, construir un modelo relacional diferente consigo mismo, con su entorno y con su historia. Antes de comenzar la Traumaterapia en sala se valora en qué medida está el niño preparado o es el
momento para que se implique en una Traumaterapia en sala de valientes.
Los niños acuden a la Sala de Valientes semanalmente, explicándoles en la medida de sus capacidades, cómo trabajaremos, para qué, la estructura de las sesiones, lo que es confidencial o no, y que no haremos nada a la fuerza. Es un espacio respetuoso, en el que se reconocen y se aceptan las resistencias que los niños traen, y se trabaja desde la empatía para que puedan superarlas y avanzar en la terapia. Es un espacio en el que se acepta al niño tal y como es, a pesar de sus conductas, que no son más que manifestaciones de su sufrimiento. Conductas que en su entorno eran adaptativas y que les permitieron sobrevivir, pero que en este nuevo entorno ya no son funcionales, por lo que deben aprender unas nuevas desde las que relacionarse. La consecuencia de la adversidad en los niños se traduce en su comportamiento, sufren intensamente y lo manifiestan de muy diversas maneras, y nos lo comunican a través de sus conductas. Por eso resulta una tarea fundamental y necesaria el acompañarlos en la construcción de su identidad y de su propia historia, porque todo ello contribuirá a que ellos mismos sepan encontrar una explicación a su conducta y a la sensación de abatimiento, frustración y rabia que en tantos momentos les acompaña. La sala de valientes está dotada de materiales adecuados para que los niños se puedan expresar con un lenguaje apropiado, mediante técnicas adaptadas a su nivel de desarrollo y a los bloqueos verbales que los traumas psíquicos suelen conllevar. Se utiliza mucho el juego, recursos manipulativos como pintar, hacer arcilla u otras manualidades, materiales psicoterapéuticos con formato lúdico y la caja de arena. La técnica de la caja de arena consiste en ofrecer al niño una caja
llena de arena, con unas medidas determinadas, y unas miniaturas, dispuestas en estanterías y ordenadas por categorías, siendo en este trabajo el Traumaterapeuta un facilitador con empatía, capaz de reflejar las emociones del niño. Los niños víctimas de malos tratos suelen presentar trastornos del desarrollo, especialmente en el área del lenguaje, muy limitados en la capacidad de verbalizar emociones o sentimientos, o retrasos madurativos, y muy baja inteligencia emocional por lo que la caja de arena es una herramienta que ayuda a expresar lo no expresable, a acercarse a lo peligroso, a lo vivido, de una forma contenida y sin tener que hablar. La construcción de la caja de arena se hace en silencio, para que los niños conecten con su interior y puedan exteriorizar a través de las miniaturas su mundo interior. Y a través de esta técnica también se le da al niño la posibilidad de desarrollar sentimientos de control, ya que el crea el mundo y lo construye y en el desarrolla una historia como él quiere, está pudiendo hacer lo que él deseaba que sucediera, o transformando el acontecimiento, o lo lleva hacia donde siente que necesita. El modelo de TRAUMATERAPIA INFANTO JUVENIL SISTÉMICA está compuesto por tres bloques:
 Bloque I, cuya finalidad es la Sintonización y autorregulación, para favorecer a los niños autorregular sus estados internos, desarrollando o reforzando su autobservación, para que puedan identificar, expresar y modular sus emociones.
 Bloque II para facilitar el Empoderamiento y la participación activa de los niños en el proceso
terapéutico.
 Bloque III, para acompañar la Reintegración Resiliente de las experiencias traumáticas, para resignificar lo vivido, además de los efectos de las experiencias traumáticas, lo que les permitirá iniciar su proceso resiliente.
Actualmente nuestra Fundación cuenta con dos salas de valientes en las que trabajan dos traumaterapeutas, una psicóloga y una educadora Social, con formación en otros enfoques terapéuticos
como EMDR, Técnicas de Integración Cerebral, teoría polivagal, Mindfulness y meditación, TBRI ….

Lucia Morán,
Directora Técnica Educativa, Psicóloga y Traumaterapeuta de la FHSJ
Loli Urizar,
Educadora Social y Traumaterapeuta de la FHSJ

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